Veo aún los rastros de tu presencia sobre mi cama;
Tus cabellos finos y ondulados,
se esconden bajo las arrugas de mi frazada, y
se enlazan entre mi cuerpo para ser apreciados
y acariciados por mis dedos al amanecer.
Huelo aún el aroma de tu esencia que
esta ya impregnada en mi almohada
y entre la memoria de mi olfato
y de tu ser.
Toco aún las huellas de tu alma que
me visitan de noche
y soñaban por las mañanas.
Siento aún el sabor de tus labios,
de tus manos,
y del frío de tus pies enredados entre los míos.
Aún mi cuento no terminó con tu salida,
ni mi esperanza
morirá con este forzado despertar.
Soñaré más fuerte con tu ausencia,
y respiraré el aire pesado de mi renacer
el cual me regalaste con tu breve presencia.
Temo que aún no te he dejado de amar.
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